Adiestramiento, defensa y ataque

Condiciones innatas y enseñanza

En esas palabras puede resumirse una larga lista de requisitos previos a la obtención de un auténtico perro, perfectamente adecuado a la delicada misión que de él se espera. Un can obediente, equilibrado, buen guardián y defensor no será jamás una fiera mordedora, agresiva e irascible a veces incontrolada por su propio amo, sino un animal cariñoso, rodeado de ternura y buen trato, que no dudará en cumplir la orden de su dueño, despreciando el riesgo hasta dar la vida en el empeño. La pureza de raza, ya hemos comentado reiteradamente, asegura la fijeza de un estándar fí­sico con arreglo a diversos canones de belleza canina, pero sobre todo, permite la 'normalización', dentro de ciertos lí­mites, de las actitudes, reflejos y comportamiento básico frente a diversas circunstancias externas. Un galgo italiano, por ejemplo, emprenderá la huí­da si un extraño irrumpe violentamente en la casa de su amo, mientras que un dobermann atacará rabiosamente al intruso.

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Sin embargo, los más entendidos adiestradores mundiales, contratados por los servicios de policí­a de los diferentes paí­ses, sólo excepcionalmente trabajan con ejemplares 'campeones de belleza' prefiriendo incluso mezclas de sangres adecuadas a cada trabajo especí­fico. Los más reputados 'perros policí­a', son pastores alemanes en sus tres quintas o cuatro quintas
partes, mientras el resto se cubre con aportes de lobo o lobo y perros pastores de pelo largo.

Unicamente los servicios muy especiales utilizan sabuesos bloodhound, dobermann, pastores belgas, pastores alemanes, rottweiler, bullmastiff, airedales terrier y otras razas puras.


El perro adiestrado: necesidad y snobismo

Por duro e injusto que pueda parecer, los animales, en general, son absolutamente inocentes de su comportamiento y de las lesiones que pudieran eventualmente causar a otros seres vivos, incluso al hombre, así­ como de los daños materiales infligidos a ropas y bienes muebles fungibles o duraderos. Un perro de defensa puede considerarse como un arma de fuego, que sólo se dispara previa la voluntad y acci6n del tirador y muchas veces es más efectivo y disuasorio que el mejor revólver o pistola automática.

Ejemplares con cualidades fí­sicas y 'psicológicas', aparentemente excepcionales, pueden no llegar a ser nunca ni siquiera medianos defensores, a pesar de ser adiestrados por profesionales expertos y gozar de las mejores oportunidades, mientras que, inversamente, perros bastardos que sólo han recibido las clases impartidas por su amo han llegado a demostrar en casos necesarios una fidelidad y bravura increibles.

Como regla básica y en contra de la tendencia actual, no debemos pretender que nuestro perro sea un asesino en potencia, muy al contrario, si poseemos un pastor alemán, un dobermann o un schzauzer, por ejemplo, debemos enseñarle a frenar sus í­mpetus, inculcándoles la obediencia absoluta que, pueda congelar un eventual ataque. Las cualidades heredadas hacen de estas y otras razas fieles y fieros guardianes cuyo nerviosismo ha de moldearse, pero nunca potenciarse. Solamente adiestradores profesionales, de escuelas autorizadas, deben enseñar o intentar enseñar a nuestro perro hasta el lí­mite que las propias condiciones del animal permitan y preferiblemente con una etapa final en que asistirán a las clases tanto los canes como sus amos.

Intentar adiestrar al animal en defensa y ataque nosotros mismos, puede convertirse en una tortura inútil e incluso desequilibrar al pobre perro.